El hotel, que a mí parecer era bastante lujoso, se encontraba atendido por unos isleños de lo más simpáticos, que insistieron en vestirme con ropa como la que usamos hoy, y servirme de las más diversas maneras. [Te iconea.] Y debo decir en favor de mi humildad que en un principio intenté resistirme. Poco después me di cuenta que no era el único en esa situación.