... mi corazón no es como el tuyo, Yuuri. No cabe todo el mundo. Sólo un puñado de personas. Y no puede perdonar como el tuyo. Si lo lastiman, se cierra y no permite que nadie se acerque, aunque eso duela más. Tarda mucho en volverse a abrir y eso duele aún más, así que no lo hace muy seguido.
[Te suelta, separándose un poco, sólo para tomar una de tus manos y ponerla, palma abierta, sobre su pecho, donde late su corazón, y su otra mano en tu cara.]
... pero mezquino, cobarde y pequeño como es, te pertenece. Así que... por favor. Por favor. No lo rompas otra vez.