A veces, sí. No estoy viva-- o no completamente. Digby, su perro, es como yo, y no ha cambiado ni un poco desde que teníamos nueve años. En casi tres años desde que me revivió, tampoco lo he hecho.
No podemos tocarnos. Es decir, aquí sí podemos a veces, pero en casa si me volviera a tocar moriría definitivamente. Mis tías no saben que estoy viva tampoco.
Hay cosas difíciles, pero también... me alegra. Poder estarlo.