Caminé por entre los árboles hasta que volvieron a ser abrigos y salí del armario. Corrí a buscar a mis hermanos, porque creí que se habían preocupado por no verme por tanto tiempo.
Pero no había pasado ni siquiera dos segundos y creyeron que todo lo que decía solo era un invento mío. Más cuando fuimos a ver al armario y no había árboles, ni bosque ni nieve. Solo un armario común y corriente, lleno de abrigos de piel.