Mientras se recuperaba, tres días antes de la llegada de mamá a casa, fuiste traído. El parto fue difícil para ella, y por alguna razón, no parabas de llorar. Cuando vieron que recibías bien el biberón con leche materna, papá decidió que lo mejor era regresarse contigo y dejarla descansar por un par de días.
Así que aquí estaba, ojeroso y algo desesperado, meciendote de un lado a otro, tratando de hacerte callar.
'¡Mira! ¡Mira, es tu hermano mayor, Mikazuki!', exclamó al reparar en mi presencia. Pero tú seguiste llorando, y el yo de ese entonces, que tan enfadado estaba consigo mismo y con todos, sólo atinó a ignorarlos a ambos y subirse a su habitación.