[Sube un poco la ancha manga de la yukata para que puedas ver el moretón que le dejaste en el brazo, distinto en forma y espíritu a las marcas de cama. Despacio (tratando de ordenar sus sentimientos, también), va hablando.] No confías en mi. No confías cuando digo que te amo. Que te pertenezco. Que siempre voy a hacerlo
[En su cuello hay una marca púrpura de dientes resaltando contra el azul de la tela, allí donde lo mordiste fuerte cuando te preguntó... Hal cierra los ojos un momento, y suspira, entrecortado otra vez. Cómo decir...] Yo también necesito escuchar que me amas, Adamska.