Cuando te presentas, das un nombre. No respondes a lo que eres pero a quien eres-- y tú eres tu propia creación, monstruo o humano.
[Saca un cigarro.] No puedes amar a alguien sin amarte a ti mismo antes, y eso sólo puede ser alcanzado una vez que aceptas y concilias la persona que eres y la criatura en la que te has convertido.