Al contrario, es bastante saludable. Una vez muertos, nuestra vida acaba. En el mejor de los casos el alma perdurará, pero la criatura que fuimos hasta ese punto se desvanece.
Incluso si se reencarna -si semejante acción se encuentra dentro de tus creencias-, esa nueva vida no es la tuya. Esa persona no eres tú.
Todo lo que poseías, todos aquellos que amaste-- todo se transforma, y desvanece.