No puedo decir que tuviese una razón del todo científica. Era apenas un joven ingenuo y egoísta que no entendía la diferencia entre la vida y la muerte, y pensaba que al replicar una persona fallecida, ésta volvería en su estado físico y mental original. Muchos años tardé en darme cuenta que no se puede resucitar a los muertos y esas réplicas que yo pensaba defectuosas eran existencias nuevas. Asqueado conmigo mismo, conseguí que prohibieran las investigaciones militares del Fomicry.