Más bien te obligas a ser discreto porque es como es en tu mundo. Estás exento de las leyes persecutorias, estatus social, puesto de trabajo y destino mientras estés en este mundo. En teoría no tienes que seguir obedeciendo al sire; si te diera la gana de insultarlo y lanzar conjuros enfrente de él, podrías. Incluso si te matara, resucitarías al rato. Lo que pasa es que estás apegado al status quo.