Yamata no Orochi, la sierpe, consiguió más vasallos demonios que le ayudaron a aumentar sus poderes. Más adelante, consiguió una cueva en una islita donde se estableció a vivir. Unos años después, notó una aldea preciosa y llena de vida, a la que decidió aterrorizar. Cada año, los habitantes debían de darle la doncella humana que él eligiese en sacrificio.
La diosa observaba esto, mas no podía evitar las pérdidas al no ser capaz de tocar siquiera a Orochi. Ella cuidaba de ellos como podía, puesto que los aldeanos se asustaron con ella y se convencieron que era otro de los demonios de Orochi. Así pasó unos cien años, impotente.