Harry Dresden (keepurwiiaway) wrote in mansion_fan, @ 2014-06-03 17:12:00 |
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Harry estaba sentado en posición de loto cuando Merlín llegó ese día a su clase. No, no meditaba. Sólo tenía los ojos cerrados y trataba de recordar si había separado adecuadamente la ropa blanca de la ropa de color. Algunos calcetines eran mañosos.
Se dio cuenta de cuando su ilustre estudiante se paró en la puerta, y también de que se había tragado la pose cuando tosió con suavidad para llamar su atención. Sin embargo, lo dejó esperar cerca de un minuto fingiendo que salía de un trance muy profundo. Estiró las piernas con toda la lentitud posible y levantó su mano derecha con la palma al frente para indicarle a Merlín que todavía no estaba listo para sus palabras terrenales. Trató también de no reírse al imaginar su cara. El chico tenía las mejores expresiones.
Tras todo lo que pudo alargarlo, Harry abrió los ojos y se puso de pie.
—¡Ah!—exclamó mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza—. Eso fue refrescante —incluso si su duda sobre la ropa no se aclaró—. Buen día, Merlín.
—Buen día —replicó Merlín.
—¿Listo para comenzar?—continuó Harry levantando el puño en alto en su mejor imitación de un coach emocional.
—Yep —respondió Merlín remarcando la 'y', balanceándose sobre sus pies y con ni siquiera la mitad de entusiasmado que debería estar para seguirle el juego a Harry, quien se prometió a sí mismo poner al chico a ver más infomerciales.
Dresden hizo, pues, una floritura con la mano para indicarle a Merlín que lo siguiera. Pronto estuvieron en el cuarto que utilizaban como salón de clases, donde Harry tenía puesta la televisión y el reproductor de Blue Ray. Bendita magitecnología.
—Toma asiento —dijo Harry indicando con la cabeza el montón de cojines en el centro de la habitación mientras él tomaba el control remoto y cerraba las cortinas.
—¿No debería traer palomitas y refrescos primero?—preguntó Merlín.
—¡Aquí los tengo!—respondió Molly Carpenter desde la puerta. Llevaba en los brazos una enorme bandeja—. Aunque agradecería la ayuda.
Merlín se apresuró a cargar su parte mientras Harry, en el papel de profesor, se sentó sobre el cojín más cómodo (colocado discretamente en el mejor lugar) y esperó a que le trajeran lo suyo.
Una vez que estuvieron los tres listos y el salón oscurecido, Harry presionó un botón y comenzó una de las películas de Spiderman.
*
No, Harry no lloró cuando murió el tío Ben. Sólo se limpió una basura del ojo con el pañuelo que Molly le alcanzó. Se había metido muy dentro la maldita. Tampoco gritó de emoción durante el clímax; le había dado un calambre por haber permanecido tanto tiempo con las piernas cruzadas. Esas eran sus versiones oficiales y a ellas se atendría por y para siempre.
*
—¿Y bien? ¿Qué aprendiste?—le preguntó Harry a Merlín. Molly se salvó del examen oral gracias a al conocimiento adquirido por ósmosis tras pasar tanto tiempo con él.
Merlín se le quedó mirando por un momento. Fue uno tan largo que Harry sintió la tentación de ayudarlo dándole alguna pista. Sin embargo, logró responder antes de que lo hiciera.
—¿Con un gran poder viene una gran responsabilidad?
Harry le dio una orgullosa palmada en el hombro.
—¡Justamente! Y, además, hacer lo correcto es su propia recompensa. No importa lo que piense el mundo.
Merlín elevó una ceja y pareció que iba a decir algo, pero se lo pensó mejor.
Buen chico.
—¿Habrá examen de esto después?—preguntó en lugar de lo que fuera que iba a decir.
Harry levantó un dedo con su mejor aire de sabihondo.
—En la escuela de la vida.
—...claro.
Harry sonrió. A pesar de todo, no era como si hubiera mentido. Este es el tipo de cosas que cobran factura con intereses tarde o temprano.
—Para que puedas reflexionar con calma, hoy no hay tarea —dijo—. Excepto practicar los ejercicios de concentración de siempre.
Una vez dada por terminada la clase y enviados sus alumnos a proseguir con su día, Harry volvió al salón a recoger los cojines y devolver los aparatos a su lugar. Mouse entró a ayudar, lo cual dejó los mencionados cojines algo babeados pero ya hacía falta que los lavaran, de todas formas. Igual, Harry podría por fin sacarse la duda sobre si había separado bien la ropa o no. Los llevó hacia allá, la mitad cargándolos en los brazos, la otra mitad en la carreta de Lilo, la cual Mouse se encargaba de jalar.
—Veamos... —dijo Harry tanto en beneneficio del perro como propio mientras abría la tapadera de la lavadora. En efecto, la ropa había sido separada adecuadamente y no había ninguna mancha visible.
¿Quién decía que no podía ser responsable?