Cuando se lo proponía, Justine hablaba unas quinientas palabras por minuto, como mínimo. La conoce lo suficiente -o eso quiere creer- para saber que sólo intenta obviar el tema tan incómodo y con ello hacerle sentir mejor. Lo que tal vez no sale es que toda la escena lo único que hace es hacerlo sentir peor. Alain sería feliz si su vida privada no existiera, está decidido a inventar algún hechizo que pueda desvanecerla en un futuro no tan lejano.
-En realidad ya no tengo hambre, hum...- susurró mirando de reojo su plato, en un rápido intento por seguir la conversación. Aunque el comentario le hizo recordar del trozo de tarta de manzana que había doblado en una servilleta, dejándolo en una esquina de la mesa. Y allí seguía, era una suerte que todos los libros y pergaminos no hubiera terminado tragándoselo, lo tomó entre sus manos, colocándolo justo frente a Justine- es tarta de manzana, la guardé para ti...- dijo de nuevo en voz baja, encogiéndose de hombros.