Por todo el agitamiento del saludo, nótese, había olvidado amarrarse el cabello. —Gracias —. Lo primero que hizo al establecer contacto entre la superficie de madera y trasero (aparte de moverse un poco, como buscando la cómoda posición), fue alzar las manos para levantarse el desarreglado cabello, retomar el peinado de la cola de caballo; su liga estaba ahora en una mano, como dejó al visualizar a Alain. Aprovechó su pausa de silencioso concentramiento para fijarse en todo lo que había sobre la mesa, libros y pergaminos, más detenidamente que antes "¿?". Por el momento, resultaban más interesantes que la comida. Su hambre, aunque grandiosa (dada la hora), podía esperar un poco más.