Quedó en silencio unos segundos, cuando vio a Justine quedar en pie a su lado, además sonriéndole como solía hacerlo cada vez que se saludaban; la imagen de la silla vacía desató su acidez estomacal.
-Bien... llevó aquí una hora, más o menos...- carraspeó y extendiendo los brazos sobre el pergamino y los libros que había a lo largo y ancho de la mesa, los atrajo más hacia él, logrando que por lo menos un cuarto de la reluciente madera se asomara ante sus ojos. Ladeó la cabeza, indicando la silla frente a él- siéntate, si gustas...-