Apenas había garabateado un "Mamá" en la esquina izquierda del pergamino cuando escuchó su nombre a sus espaldas, soltando un respingo casi enseguida. Reconoció la voz, no tenía que voltearse para saber que se trataba de Justine, la vocecita cantarina era inconfundible, al menos desde segundo curso cuando Alain empezó a prestar más atención a los tonos de voz de sus compañeros de clase.
-Hola Justine...- levantó la vista hasta ella unos segundos, luego reparó en la silla vacía frente a él, cuyo respaldar apenas resaltaba entre la pequeña montaña de libros y pergaminos desperdigados alrededor de la mesa. La conoce lo suficiente para saber que no demorará en tomar asiento, así que omite la invitación en voz alta, simplemente hace un gesto con la cabeza, señalando la silla.