En algún punto de su espera, sus manos temblaron un poco, así que las llevó tras su espalda para disimular. No podía verse como alguien tan débil que le temiera al matrimonio. Aunque exactamente no era eso lo que le preocupaba.
Cuando la música comenzó a sonar, más derecho se paró llevándose unas risitas por parte de Osomatsu. Ahh, maldito bastardo, pero era bueno que estuviera allí, sus ganas de golpearlo apaciguaban sus nervios; sólo por eso no lo había arrojado antes (?). Pero ya bien de pensar en ese idiota cuando venía su futura esposa caminando hacia él. Oh… lucía tan hermosa y tan segura que eso en parte le intimidó, pero también le dio seguridad. Y más la tuvo cuando vio que efectivamente todos estaban comentando acerca de las bellas galas de la novia.
Por supuesto que no podía pasar desapercibidos algunas miradas algo despectivas, pero sólo le tomó importancia al sentimiento extraño que había entre Karaa y su padre. Tardaría un tiempo en reflexionarlo pero mucho después llegaría a la conclusión que esa fue la primera vez que deseó cuidar de Karaa. Así que, una vez el rey hizo la entrega de su hija, sólo pudo mirar hacia el sacerdote para que comenzara de una vez con su ‘teatro’.
—Princesa. —le llamó extendiendo su mano hacia ésta—. Está radiante.
Eso era esa ceremonia después de todo y él pudiera no ser el mejor actor pero sí alguien que tenía muy claro qué clase de rey quería ser. Esos no eran momentos para mostrarse nervioso.