[Había perdido la noción del tiempo, sentado en aquella recámara mirado distraídamente por la ventana, hasta que una de las doncellas lo había sacado de su ensimismamiento al entrar para informarle que su presencia ya era requerid, por lo cuál no demoró en llegar a la pequeña sala de estar en espera, de pie frente a una enorme puerta de roble, a que diera inicio la ceremonia. Su padre aguardaba del otro lado de la puerta, lo sabía, después de todo tenía que estar presente para hacer la entrega oficial de la patria potestad de su persona para cedérsela a su futuro marido.
Había escuchado de circunstancias en las que el padre hacía aquella espera en el mismo cuarto de la hija a entregar, pero la verdad era que no podía recordar la última vez que había sostenido una conversación con su padre así que aquella situación no le había sorprendido en lo absoluto. Ni tampoco el hecho que su previo rey ni siquiera había volteado a dirigirle la mirada al abrir la puerta para que saliera, aunque estuvieran caminando uno al lado del otro.
Lo que si le sorprendió un poco era la cantidad de gente que había ido a la ceremonia, y lo sobrecogedor de la situación por un momento le provocó que un sentimiento de inseguridad se anidara en la base de su estómago; aunque en ningún momento lo demostró en su exterior, caminando en pasos firmes y seguros hacia el altar dónde su futuro lo esperaba.]