Copy 'n Pastel (copynpastel) wrote in bttpfics, @ 2010-04-07 09:41:00 |
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Current music: | Nitty Gritty - Kimberly Cole |
Visita
Mientras tocaba la puerta, casi rezaba. No realmente, por que Dante Vaughan nunca se había caracterizado por ser una persona de fe en la religión (o en cualqier cosa), pero algo así como un 'Por favor, por favor, por favor.' Si él había pensado que su vida era aún más horrible desde la llegada de Edward Goldsmith a ella, es por que todavía no lo había conocido.
Andrew Maxwell abrió la puerta, con su correspondiente cigarrillo colgando de su sonrisa.
- ¡DAN! ¡HOLA! - dijo, alegremente, dándole una palmada en el hombro.
........Lo había llamado Dan. Oh, Merlín. ¿Por qué lo llamaba Dan? Eran sólo dos letras más. No era como si se llamara Dantifililusstraüs. Se llamaba Dante.
- Dan-te. - dijo en voz baja y áspera, razón por la que jamás había escuchado esa aclaración.
- ¿Que dijiste? - preguntó Andrew, atento, acercando su cabeza.
Dante lo miró, analizando por unos segundos si lo estaba burlando o si estaba preguntando en serio.
- Nada. Nada.
- ¡PRUDIE! ¡ES DAN! ¡VINO A VISITARNOS! - gritó, hacia adentro.
Prudie. Todavía no entendendía como era que Prudence no lo había envenenado por accidente con veneno de ratas. Si había algo que Prudence detestaba (sacando, por supuesto, la gente excesivamente feliz y ruidosa) era que la llamaran Prudie.
- No quiero incomodar, sólo... - dijo Dante, nervioso, sin mirar excesivamente hacia dentro. Pero antes de terminar, dos niños extremadamente rubios e hiperactivos salieron hacia él a abrazarlo al grito de '¡Tío Dan!'. Como si no le alcanzara con los hijos de Bea. - ...Pasaba. - Miró a los niños. Miró a Andrew.
Auxilio.
Lo estaban tocando. ¿Por qué lo estaban tocando? No le gustaba que lo tocaran. ¿Por qué los hijos de Andrew Maxwell (que por cierto, ya apestaban a fumador pasivo) lo estaban abrazando?
- Está bien, Dan. - dijo Andrew alegremente. - Nosotros ya nos íbamos. Tengo que llevar al batallón a Taekwondo.
¿Había dicho Taekwondo?
Taekwondo. Lo que faltaba. Demonios rubios hiperactivos e instruidos para matar de ser necesario. Prudence no había engendrado niños, angelitos o cachorros. Si los hijos de Prudence fuesen comerciables (Mh. tal vez en el mercado negro) bien podrían ser vendidos en la categoría de 'Armas mortales'.
- Oh. No quería int-
- No interrumpes, Dan. A Prudie no le agradan los gritos del gimnasio, así que se queda aquí. ¡Pasa! ¡Adelante! - dijo, haciendo lugar. - ¡Prudie!
Pero aunque ella apareciera, él no podría moverse, por las garrapatas Maxwell colgadas a sus rodillas.
- ...¿Qué dijiste, cariño? - gritó Andrew, como si pudiese escuchar la suave y monótona voz de Prudence desde algún rincón de su mente.
- Uhm. Andrew. - Dijo Dante.
Miró a los niños. Los niños miraron sonrientes a Dante.
- Un segundo, Dan. - dijo Andrew alzando un dedo, como tratando de entender algo que decía Prudence y que Dante era incapaz de oír. Se había vuelto un poco sordo por su trabajo.
Esperó un par de segundos, mirando a los niños fijo. Había superado su trauma con las miradas, en parte. Pero aún lo estaban tocando.
- ¿Andrew? - volvió a preguntar.
- Dame un segundo, Dan. - dijo, entrando a la casa y dejándolo sólo con los demonios.
Dante los miró.
- ¿A quién quieres más: a mi o a él? - preguntó uno de ellos, batiendo sus pestañas rubias. Era el más pequeño.
Creyó. No podía estar muy seguro, los niños eran un tema que no comprendía por completo.
Se había aprendido la respuesta a esa infantil pregunta.
- A los dos por igual.
Por que los odiaba por igual. Pero en secreto.
Y Bea lo había retado por cuarenta minutos seguidos la vez que le señaló a sus sobrinos cual era el que le caía mejor ('Tú, el de cabello rizado que no recuerdo' que al final era el vecino mudo), haciendo llorar a todos los demás. Así que había aprendido una valiosa lección: Manten la boca cerrada y nunca seas demasiado sincero con los niños, por que echarán a llorar y tendrás que alzarlos, lo que significa contacto personal.
Andrew salió de nuevo, con la llaves de su auto en la mano.
- Prudence dice que pases, Dante. - dijo, bajando la cabeza. Evidentemente, ella le había aclarado otra vez que no eran ni Prudie ni Dan. Lo miró, alzando las cejas. - ¿Cómo estás, de todos modos?
Y por si fuera poco tener a sus hijos colgando de las rodillas, él volvió a llevar su mano al hombro de Dante. Oh, maldita gente que habla y toca a la gente a la vez.
- Bien, gracias. - dijo, mientras alzaba la cabeza. También había aprendido que era mucho más corto decir 'bien, gracias' que 'La vida es una mierda por que soy un depresivo'
- ¿Cuándo llegaste?
- Hoy. Zarpamos mañana a la madrugada. - adelantó, bajando la mirada a Andrew.
Asintió un par de veces en silencio. De veras que había encontrado su trabajo ideal. Trabajaba como Jefe de máquinas en un buque de la marina mercante. Nadie en el barco era especialmente conversador, mirador o tocador. Compartía lo que era necesario y nada más. La vida de los marinos mercantes era bastante a su medida. Gente muy especial, solían decir para describirlos.
- Que mal. El domingo hará buen clima, iba a hacer una parrillada e invitar a nuestros amigos. - Que en realidad eran los-amigos-de-Andrew. Prudence, como él, no tenía tantos amigos.
- Lo siento. - por que era su frase comodín.
- Ya habrá oportunidad.
Dante asintió.
- No te preocupes, pal. - le golpeó dos veces el hombro. - Vamos batallón, al auto. El que llega primero, gana una taza extra de chocolate cuando volvamos.
Fue automático. Los niños se soltaron y corrieron al auto.
Uf, que alivio.
- Nos vemos, Dan. - Andrew se quedó quieto, mirándolo, sabiendo de su error. - Te.
Dante volvió a asentir, como si nada hubiese pasado. - Andrew. -
- ...No, YO LLEGUE PRIMERO. - gritó uno de los niños.
- ¡NO! ¡Papá! ¡Hizo trampa!
- Llegaron los dos juntos. - decidió Andrew, mientras caminaba hacia el auto.
Dante se introdujo a la casa y cerró la puerta, mientras se sacaba el abrigo y lo colgaba en el recibidor. Miró alrededor. La casa estaba tal cual la recordaba de la vez anterior que había ido (algo así como un añó atrás). Suspiró, buscando con la mirada a Prudence.
Extrañamente, el lugar no apestaba a cigarrillo, a pesar de que ambos (tanto Prudence como Andrew) eran fumadores compulsivos. Él lo había dejado, de mala gana, por que los cigarrillos no duran para siempre en el océano. Menos, cuando eres Dante Vaughan.
Entró a la cocina, donde Prudence estaba tranquilamente revolviendo la cacerola con salsa con cara de indiferencia. Se podría derrumbar la casa que ella no se hubiese dado por enterada. O a lo sumo, estaría fumando un cigarrillo, pero aún con esa expresión en blanco.
Pero algo (algo muy profundo en él) le dijo que tenía que decir más que un simple 'Hola' a su amiga.
- Realmente debería haberme sentado contigo en esa clase de pociones, Prudie.
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Nota:
Yo sé que Andrew no está muy IC. Pero sepan disculparme por amor a los hombres opuestos y lo cómico del asunto (?)