August 28th, 2010

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Autobús Noctámbulo

Salió rápido de su casa, saludando a los gritos a su mamá, papá y hermano, que se habían quedado en la cocina cenando. No quería que la retuvieran por mucho tiempo, por que moría por llegar a la casa de su mejor amiga. De todos modos, se había quedado dormida, por lo que del apuro ni siquiera había chequeado su aspecto final en el espejo.
Caminó con zancadas típicas de ella, mientras sostenía con una mano su bolso (mucho más ligero de lo que debía estar, gracias a la magia) y estirando su vestido para que no le quedara corto. Seriamente, esto de ser alta tenía sus desventajas. Al llegar a la esquina, se tomó su tiempo para mirar en todas las direcciones, chequeando no tener gente mirándola. No que creyera que la gente la miraba, pero... ¡vamos! ¡Seamos sinceros! Seguramente si hubiese un chico de su edad por ahí lo haría. Ese vestido destacaba en serio sus piernas. Y además, con todos los cuidados que se daba a ella misma...
Como sea. No había moros en la costa, así que alzó la varita. No pasaron ni tres centésimas de segundo antes de que un autobus conocido se detuviese frente a ella. De la parte de atrás empezó a salir una monótona voz juvenil.

- Bienvenida al autobús noctámb... - pero el chico que apareció por detrás, dandole la bienvenida se detuvo en seco de repente. Exactamente en el segundo en que la miró. Pasaron un par de instantes antes de que cayera en cuenta de que la estaba mirando fijo. - ulo. Soy... - y se quedó mirándola, dudoso.

Joy Plucknett se sonrió a sí misma. Ya, ya, chico. Ya sabía que era atractiva, puedes dejar de mirarla. De todos modos, los chicos del autobús noctámbulo no eran su tipo. Se quedó con las cejas alzadas y media sonrisa en la cara.

- ¿Eres...? - preguntó coqueteando sólo un poco. Sólo un poco. No quiere darle muchas esperanzas.
- Mike. - dijo el chico.
- ¿Puedo subir, Mike? - preguntó ella, con una sonrisa un tanto pícara.

El chico tardó en reaccionar.

- Claro. Lo siento. - y se hizo a un lado, mientras Joy pasaba.
- Voy a Londres, por cierto. - Y le dio la dirección de la esquina de la casa de Cici.
- Oh. Claro, claro. Lo siento.

Joy se ubicó estratégicamente en una de las últimas filas: Es que el chico se sentaba adelante, no daba darle mucha charla si es que no buscaba nada con él. Se cruzó de piernas y se acomodó el cabello mientras se felicitaba a ella misma. Todos estos cuidados extra que se estaba dando daban resultado. Había dejado a Mike sin aliento.
Él pasó de largo, no sin antes darle una pequeña mirada de terror. Awn, que tieno, Mike era tímido. Joy volvió a reír para sus adentros. Tímidos eran su especialidad. Aunque, seamos sinceros: con esas piernas, ¿Quién no la miraría?
Peinarse El flequillo con ruleros y la mascarilla facial daban resultado. Su autoestima subía, así como la cantidad de miradas en Rochester. Y si en Londres, cuando saliera con su amiga, todos la miraban como Mike, sus propinas invertidas en cuidados personales no serían en vano. Alzó la mirada y notó que el chico del noctámbulo la miraba de vuelta. En cuanto se cruzaron sus ojos, él bajó la mirada.
Joy se le quedó mirando, por un par de segundos. Mh, no era tan feo. Era como adorable, si le restamos sus granos y un lunar feo que tenía en el cuello. Y la expresión de pánico por supuesto.

No, Joy. Tu puedes hacer mejor que eso.

Pero en cuanto alzó la mirada, Mike la miraba de nuevo y ella se sonrió divertida. ¿Quién diría que una fea pasta verde la haría toda una rompecorazones? Giró la cabeza hacia la ventana, para no tentarse a sonreirle o guiñarle un ojo. No podía ser tan cruel, ella no era Sebedward, que andaba flirteando por ahí para divertirse y dejar corazones rotos tras su andar.

No, Joy. Concentrate.

Giró los ojos, casi por default. Mike la miraba de nuevo. Ok, en serio no era feo.
Los autos junto a la ventana pasaban rápido. Tan rápido como se terminaba su chance de flirtear con Mike. Ladeó la boca y tamborileó sus dedos, indecisa. No, no, no. A ella no le interesaba. Basta de pensar idioteces.
Pero al volver a mirarlo, de vuelta la miraba. Corrió la mirada, tomando un color morado levemente adorable. Joy sonrió y se pasó los dedos por las puntas del cabello, nerviosa.

Bueno, bueno. Hazlo. Pero solo por esta vez.

Se aclaró la garganta y lo miró, alzando una ceja con la mirada provocativa. O lo que ella creía que era una mirada provocativa. Sin embargo, el morado Mike no la miraba de nuevo. Se aclaró la garganta, en pos de llamar su atención, pero no pareció funcionar.
Por cierto, desde ese ángulo no se veía su feo lunar, por lo que sumaba bastante puntos.
Joy volvió a carraspear, cruzando sus piernas sensualmente. Mike miró de reojo y tomó un tierno color remolacha.

Oh, sí. Sabes que lo quieres, Mike. Finge que eres interesante.

Alzando las cejas, Joy miró por la ventana y giró levemente la barbilla hacia el techo, haciendo gala de su largo y blanco cuello. Sí, Mike se acercaría en cualquier segundo. Pobre, es que era tímido. Vamos, ¿Quién podría decirle que no a una sugerente Joy Plucknett?
Giró los ojos, ansiosa. Mike no se movía. Sí, sólo estaba haciendo tiempo.
Cruzó las piernas al otro lado, con un movimiento tan premeditado que dejaría en ridículo a Sharon Stone en Bajos Instintos. Tardó tres segundos en chequear. Nada.

Siempre los tímidos, siempre los tímidos.

Rodó los ojos, molesta y suspiró.

Sólo olvídalo.

Y relajó su postura, echándole una mirada final a Mike. Volvió a la original, al notar que caminaba hacia ella, rascándose la nuca. La miró por un segundo, pero al ver que ella lo miraba de nuevo, bajó la cabeza. Todavía no recuperaba su color.
Joy se sonrió. Tarde, pero seguro.

- Uhm. - el chico carraspeó

Joy alzó las cejas y la mirada.

- Hola. - dijo, con una sonrisa que gritaba 'Disponible'
- Uhm. Hola.
- Dime... - dudó. - Mike.

El chico carraspeó, nervioso, y se rascó la mejilla.

- Es solo que...
- ¿Sí?
- Quería decir que tienes... - Se señaló la cabeza
- ¿Ajá?

Mike abrió la boca para decir algo, pero un segundo después el autobús se detuvo tan abrupto como nunca y el chico cayó sobre sus rodillas, de la sorpresa. El conductor gritó la dirección de la esquina de Ciara.
Joy miró por la ventana.

- Oh, mira nada más - Mierda. No era tan feo. - Llegué.

Mike se puso de pie, al mismo tiempo que Joy risitas ricitos de oro y cerró la boca.

- Espero que haya tenido un buen viaje en el autobús noctámbulo. - dijo, automáticamente, con un poco de nerviosismo.
- Pudo haber sido mejor. - dijo Joy, frunciendo la nariz. No hubiese funcionado, de todos modos. - Nos vemos en un mes.

Y guiñó un ojo, antes de salir del bus.
Al voltear, Joy pudo distinguir algo así como una mirada de horror de Mike. Tampoco para tanto Suspiró, riendo, como si no estuviese enterada de sus propios y evidentemente obvios encantos, antes de caminar hasta la puerta de la casa de su mejor amiga. Tocó el timbre, riendo para ella por su boast de autoestima. Gracias, Mike
Tres segundos después, Cici abrió la puerta, más que alegre, como era habitual.

- ¡Hola, amiga! - dijo Joy, arrojándose contra ella para abrazarla.

Pero Ciara no le devolvió el abrazo. Joy frunció el ceño.

- ¿Qué pasa, Ci?

Ciara la miró, ceñuda y con los ojos entrecerrados.

- Uhm... - dudó. - ¿Qué tienes en el rostro? - y medio que se rió, nerviosa.

Joy alzó las cejas y se llevó la mano a la mejilla. Y al voltear a un espejo en el hall de la casa de su amiga se quedó pasmada frente al reflejo de una rubia de pote extremadamente alta, enfundada en un vestido más que corto que hacía ver sus piernas alucinantes. Y de accesorio, el rostro untado de una fea crema verde y un rulero enrollado en el flequillo que había olvidado quitar en Rochester.

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Comedy is back. Almost.

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