May 10th, 2010

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Lo más loco del destino

.............................. jajajajaja XD, algo que creo nunca va a pasar:




Y pondría la que hice de Diane & Dietrich, pero tiene la foto de la actriz anterior que usó (o sea Heather Marks) por eso no la posteo.


Y...





JAJAJAJAJA.....................

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Amistad

La vio limpiarse el rostro con movimientos nerviosos, queriendo ocultar las lágrimas, había visto tantas veces esa actitud y no solo en ella, por supuesto que no, en muchas otras más, que lo sabía de memoria. Inspiro, buscando los últimos gramos de paciencia que quedaban en su organismo; esa era una situación realmente complicada, y además de eso, también comprometedora. Realmente necesitaba mucha paciencia.

Miro hacia arriba, el poco usual cielo despejado de Liverpool pronosticaba un clima excelente, bostezo, recostándose lo más cómodo que podía en el banco.

-No sales de una y ya estás en otra ¿Eh?- masculló, ahora inclinándose hacia adelante, mirando las palomas que picoteaban las migas de pan estúpidamente, estaba tan incomodo que ni una caja de cigarrillos entera podría ayudarlo.

No era la primera vez que tenían esa conversación, era en realidad, la tercera. La primera, había sido un par de años antes, al poco tiempo de conocerse (profundamente, porque siete años de 'hola y chao' no eran suficientes); la segunda, casi al cumplirse un año exacto, cuando ella se había emborrachado tanto que... Agh, aun se le subían los colores al recordarlo, y justo en aquel momento la tercera. Ella le había buscado por supuesto, en su agradable departamento en Liverpool, mucho más grande y limpio que el primero, para obligarlo a salir a tomar un paseo y charlar como en los viejos tiempos.

-¿Qué tiene ellas que no tenga yo?- Oh, esas preguntas..., no pudo evitar observarla inquisidoramente. Ella lo tenía todo, absolutamente todo, era mejor que cualquier otra, pero él no la veía de esa manera, ¿Era tan difícil comprenderlo? No entendía, siendo honestos, qué era lo complicado de entender…, era bastante sencillo: él no se la quería coger. Eso era todo.

Inspiro, sobándose las sienes -Te lo he dicho. Cien, no, miles de veces- comenzó, hablando claramente, sin rodeos y lentamente -No eres como ellas, nunca te veré como ellas porque eres mi amiga, Cathleen.

La vio romper en lágrimas dramáticamente, con todo el dramatismo que una persona como ella fuera capaz de contener. Estaba acostumbrado a que las mujeres lloraran por él, era casi imperturbable ante esas situaciones, pero ella no era cualquier mujer, antes que nada era su amiga. Después de un rato de oírla llorar sin sentido, acerco una mano al cabello oscuro de ella, acomodándolo correctamente para verle el rostro, luego la empujo por un hombro, obligándola a apoyar la espalda en el banco, mirándola fijamente.

-Seamos honestos esto es patético- concluyo.

Ella asintió, limpiándose las mejillas con fuerza, como se notaba que en el fondo estaba molesta, pero aun así, la expresión dolida no desaparecía.

-Te adoro, te quiero mucho- dijo, calmadamente, poniendo a prueba su paciencia, siempre era la misma conversación, siempre –Pero nosotros..

-¡Podemos intentarlo!- aporto ella interrumpiéndolo, tan entusiasmada que era imposible creer que segundos atrás lloraba.

-Claro que no. Jamás funcionaria.

Un pequeño silencio, casi incomodo.

-Pero si no lo intentamos, jamás lo sabremos. Escucha David, no perdemos nada- las manos frías de la mujer se posaron en sus mejillas, queriendo darle más profundidad al asunto, acercando sus cuerpos y sus rostros, -Si me quieres tanto y me adoras, nada saldrá mal, después de todo yo te am-

-¡No digas tonterías!- exclamo, alejándose, ya cansado de todo eso, nunca había dudado del estado mental de su amiga, hasta ese momento; -¿Cómo puedes ser tan sádica? ¿Cómo puedes seguir diciendo eso? ¿No te das cuenta? Tú no puedes amar a nadie más

Los labios le temblaron y supo que había dicho algo muy cruel, existían temas que aun para mujeres como ella, fuertes y alegres, eran difíciles de afrontar. No importaba cuanto tiempo hubiese pasado, él sabía que ella tardaría mucho más de lo planeado en aceptar aquello, que se aferrara a él tan estúpidamente era la prueba más contundente de eso. No lloro más, por el contrario, el rostro de Cathleen mostraba un gesto doloroso combinado con estupefacción y rabia, como un extraño cóctel de emociones.

-Lo siento yo no quise decir...

Inspiro, moviéndose un poco para tomar una de las latas de cerveza que descansaban al pie del banco, una bolsa llena de Guinness, la mejor cena para un jugador de quidditch profesional. Respiro intranquilo, dando un trago largo a su bebida. Sabía a gloria, porque sin importar que sabor tuviese esa afamada gloria, la Guinness era lo más cercano. Diablos, pensar en cosas tan intrascendentes conseguían relajarlo tanto…

-Soy una ridícula, haciendo estos dramas sin sentido. No sé porque de verdad... ¿Sería horrible si le echo la culpa a la costumbre?

Asintió, disfrutando de su cerveza, le extendió la lata después de unos minutos, invitándola a tomar un poco. Ella acepto y le dio un largo sorbo, cerrando los ojos al hacerlo. Si, realmente era horrible si se excusaba de esa manera, él prefería continuar con su teoría del sadismo y la negación inconscientes, más cercana a la realidad.

-Tengo el estomago vació, David

Alzo las cejas, queriendo decir ‘Gracias por el aviso’, recordando a la vez lo fácil de emborrachar que era en ese estado, despechada y con el cerebro trastornado. Oooh, noo. El clima ya no se pronosticaba tan excelente. Hasta sentía como una extraña ventisca le recorría la espalda.

-Esta vez te llevare con Sara a tiempo.

En silencio la observo un rato, a su querida amiga, evaluando cuantas posibilidades existían que se hubiese vuelto loca y nadie se diese cuenta. Teniendo en cuenta el lugar donde trabajaba, ese sótano mugriento del ministerio de magia, no había razones para dudar de ello. Cuando se levanto, con un movimiento decidido y mirando los niños que jugaban al otro lado del camino, sobre el césped, evitando mirarle directamente, supo que toda esa maravillosa tragicomedia (que no tenía nada de comedia ni de tragedia), comenzada hacía tres horas ya, estaba por terminar.

La voz entrecortada de la mujer lo saco de sus cavilaciones, -¿Puedo ir a ver tu juego la próxima semana?

Sonrió, extendiendo una mano para que su lata regresara, -¿Lo llevaras?- ella asintió, sin dejar de mirar los niños y sin devolver la lata –Te daré un buen puesto entonces.

Ahora era ella quien suspiraba, -¿Cómo no llevarle? Nunca me perdonaría que fuese a ver sola al Puddlemere en la gran final, teniéndole allí.

-Debes de amarle mucho.

-Pero me asusta lo mucho que se parecen también- concluyo, dándole la cerveza por fin y mirándole con una sonrisa. David vacilo, realmente se veía muy triste, con esos ojos rojos e hinchados y esa expresión de mártir medieval. Ella dio media vuelta, acomodándose la cartera y el chaquetón beige, emprendiendo su retirada a paso tranquilo.

-No, no quiero verte hasta el día del juego. Me traerás mala suerte- aclaro al verla intentar voltear, sonrió, porque sabía que en fondo todo aquello la haría reír.

Decidió, después de asegurarse que Cathleen realmente se había marchado, y no estaba escondida tras un árbol esperando para lanzársele encima, irse de aquel lugar. Recogió sus cosas, miro a los niños que jugaban y se preguntó, que tan adecuado sería regalarle una escoba voladora a un niño de tres años. Meneo la cabeza, adecuado era, pero no dudaba que la escoba regresaría vuelta trocitos con una carta amenazadora escrita en lápiz labial.

Todo muy chic. Con lo que fuera que significara esa palabra.


Nota: Lo prometido es deuda (:, no se puede ir por el mundo debiendo cosas. Yo no hago series de novelas rosas, pero pongo mi granito de arena (?)
<3

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