Al día siguiente estamos los dos en casa esperando la llegada de Candy. Tony está nervioso. No. Está muy nervioso. Y yo también, para que negarlo. Anoche cuando le dijimos a mamá que sería tía se puso a llorar de la emoción. Nos costó convencerla de que hoy no se presentara en casa para conocer ya a su sobrino. Tampoco queremos "asustar" a Candy.
[Termino de poner una lavadora cuando oigo que llaman al timbre.]