lune de lumière (boogiepop) wrote in teatrodesombras, @ 2008-11-16 03:20:00 |
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Título: ¿Continuar?
Autor original:Flamika
Fandom: Death note
Género: Romance/Angst
Pareja/Personaje:Matt/Mello, menciones de parejas OC de Matt.
Fragmento: No me pregunten qué pienso acerca de nuestro futuro juntos, porque mierda: les garantizo que será tan interesante como un accidente automovilístico.
¿Continuar?
Tuve la brillante idea de ordenar mis amoríos casuales según el abecedario; de la A a la Z, para hacer más llevadera la espera que me procuraba bajar pornografía con la conexión de mi vecino. Por "amorío casual" entendamos "sexo con...", sin ir más lejos. Como regla general no contraigo "relaciones". Venzo el aburrimiento cuando me asfixia y busco algo que me entretenga. De vez en cuando, resulta que ese algo con lo que paso el rato, tiene gustos, recuerdos, pulso, voluntad propia, etc.
No me centro demasiado en cumplir metas, pero no por eso dejo de dudar sobre el éxito de una empresa sentimental concebida frente a una pantalla en la cual un par de senos falsos se enjabonan febrilmente. No me siento parte de la gran mayoría preocupada por lo que han de convertirse en la vida. Hay dos hechos acerca de mi persona que descubrirás ni bien me conozcas (tú o cualquiera) por más de cinco minutos:
1)Matt no es divertido, ni siquiera tiene vida propia.
2)Matt es aburrido, no es dueño de su propia existencia, pero no le gusta estar sin hacer nada.
En mi caso, el carecer de una vida propia acaba por hacerme peligroso, a pesar de que cuando otras personas se descubren a sí mismas en tal estado, tienden a la autocompasión.
Matt:Material primo para Industria de Perdedores y Dementes, trabajando desde 1992. Supongo que ese es mi deber. No me llamaría a mí mismo "anti-social", aunque no falta quién asegure que lo soy. La sociedad no me molesta. No pienso convertirme en parte de ella y creo que no tengo que aclarar que no lo soy actualmente.
Es obvio que si me sigues leyendo, no me encuentras aburrido. Me gustan los juegos.¿Eres de los que empujan viejitas para estar más cerca de la acción? ¿Incluso si el espectáculo es un accidente de autos? Bastardo cínico, no serás juzgado por mi persona, desde luego. Eso no significa que me importe en absoluto las primeras impresiones que tengas de mí como ser humano: eres completamente libre de pensar lo que desees. (Amo ver cómo se destrozan los automóviles, que quede asentado)
Sin más que agregar...
***
Solía llevar mis autos a que los lavaran luego de que me aseguraba de que funcionaban. Con que se movieran bastaba. Trabajaba en el auto lavado y tienda de repuestos que más frecuenté en su momento. Su piel era pálida para ser latino, tenía ojos verdes y cabello negro. Era de Puerto Rico y se llamaba Alonzo. Mi pelo olía a cera para autos y había mugre bajo mis uñas: según él, jamás tuvo nada con un hombre hasta que me vio y se enamoró. Aparentemente fue mi culpa que se hiciera bisexual tan rápido, cosa que aún me extraña. Me explayaré, ya que estamos con la letra "A".
Por lo bajo me reía cada vez que sus susurros se volvían dulces y en español, pero siempre supe que era un buen tipo, en serio. Mi verdadero nombre suena como el sonido de una gárgara-o eso me han dicho mis amigos marihuanos-pero Alonzo insistía en llamarme "Mateo", ignorándolo por completo. (Los adictos dicen cada cosa, qué va) Solía decir que yo era "hermoso", "precioso" y otros elogios que me asustaban.No es algo a lo que un muchacho como yo esté acostumbrado,¿me explico? Lo más bello con lo que a esas alturas de la vida me hubiera topado (una dosis de locura muy saludable, cabello rubio y sonrisa dulce) no coincidía con lo que me devolvía el espejo día a día.
Yo era más para Alonzo que sólo un chico blanco con gafas, pero desafortunadamente, saber eso no puso feliz a su familia y tuvimos que separarnos. El padre y los hermanos de Alonzo notaron que yo vendía en las afueras el doble que ellos y caí en la cuenta de que podían llegar a ser MUY hijos de puta. Me llevé la golpiza de mi vida. Lo que más me entristeció fue perder la boca de Alonzo, más que su presencia. Y que tuve que buscar otro lugar para llevar a desarmar mis autos, no hay que decir que terminamos MAL. ¿Otra cosa interesante de decir? Jamás han vuelto a chupármela tan bien. Me parece curioso que yo fuese su primer hombre, debo ser un GRAN maestro en el arte del sexo gay. O me mintió, como sea.
Mi mente se agitaba con el ritmo del alfabeto. Y me di cuenta de que no disfrutaría de hacer semejante cosa de no ser yo uno más de los fenómenos saliditos de la Wammys House. Eso mientras que miraba una porno gay, tributo a Alonzo y nuestro pasado. Y sin más, me dediqué a mis otras ocupaciones, decidiendo que jugar así era una tontería.
El que sigue.
***
Era oficinista y la primera ve que nos vimos, se peleaba a muerte con una máquina expendedora en el pasillo del antro en el que trabajaba. Da la casualidad que su nombre empezaba con “B”:Brittany. Talla grande, casi diría que no estaría en circulación. No era algo como “Woa, la chica comió de más durante las fiestas”, lo juro. Lo primero que pensé fue “Ese es el mejor culo femenino que he visto en mi vida, carajo”. Me atrapó mirándola. Tenía el cabello teñido de rubio y debo haber exclamado algo por mi sorpresa al ver cómo golpeaba la máquina expendedora con su delicado pie. Archivé que Brittany tenía una buena talla “C”. Parecía enojada cuando alzó una ceja, agarró una carpeta de las muchas que había depositado en una silla por ahí y se alejó de mí, en un vano intento de cubrir sus enormes nalgas con ella. No alcanzaba ni para una de sus mejillas.
Ni me acuerdo el color de sus ojos. Fue como salir íntegramente con su culo. Hasta el día de hoy ni me molesto en pensar demasiado en Brittany. La imagen mental que tengo de ella es de su mirada enchastrada en mascarilla y delineador renegrido. Sexo en la oficina: doloroso, rápido y divertido. Eso lo rescato. Me impresionó que pudiera hacerlo sin sacarse la ropa en ningún momento.
Eventualmente me cansé de Brittany. Hasta el encanto de la carne en grandes cantidades se pierde con el tiempo. Además, era tan absorbente como un videojuego mal diseñado. Me arrojó un frasco de tinta a los testículos cuando rompí con ella, pero aclaré que lo que pasó en esa oficina oscura, se quedaría en esa oficina oscura.
¿Por qué mierda se altera la gente cuando acabas con una “relación” que no es tal en primer lugar? Nunca salgas con una tipa que patea máquinas expendedoras con toda su dulzura, te lo digo como amigo.
Otra.
***
Shonda era alta, sensual y sabía divertirse pero me contagió una enfermedad venérea y le pareció gracioso. Hasta se rió. Por lo tanto, una perra.
¿Quién más?
***
Kayla era la chica más ardiente con la que salí en mi vida. Ojos azules, cabello negro, un aspecto que denotaba horas delante del espejo y la clase de figura que habla del modelo ideal femenino. Le gusté y por eso salimos un tiempo, a pesar de que su familia decía que yo era un perdedor (¿En serio?¿Yo?), lo que demuestra lo buena persona que podía llegar a ser. Dejé de responderle las llamadas cuando descubrí que me asfixiaba. Peor para ella. Nada dura para siempre, la gente es muy idiota: quiero pensar que ahora sabe eso gracias a mí. ¿Lo ves? Dos lecciones por el precio de una.
El que sigue.
***
Milford. Patético desde el vamos, por Dios,¿qué clase de padre adicto al crack le da semejante nombre a su primer alegre retoño? No recuerdo mucho sobre su aspecto personal (creo que el tipo no daba ni para mirarlo dos veces), pero me admiraba, bebíamos cerveza juntos, fumábamos y jugábamos. Aquí entre nosotros, era como salir con una versión deforme de mí mismo.
Buen sexo (amateur, pero bueno), latas gratis, vivir en su cuarto y usar su PS2 al hartazgo. Todo era perfecto, hasta que el joven Milford y yo discutimos acerca de si era moralmente apropiado que un pendejo japonés random empezara a matar gente como si fuera Dios o algo por el estilo. Resultó ser un idiota.
Tendría que haber cambiado de nombre a la menor oportunidad, pero es lo único que considero realmente “mío”. Milford solía llamarme “cariñito” pero ahora se refiere a mí como el “Bueno para nada de Matt”. Vaya mote.
Sigamos adelante.
***
Será mejor que te ahorre mis andanzas terribles pero interesantes junto a Christina, Travis, Zoe, Natalia, Lindi, Jeremy, entre otra gente que no menciono por cansancio u olvido. A estas alturas, pensarás que soy un gran hijo de puta, un bastardo sin corazón o una amenaza para la sociedad y si es así, no te equivocas. He robado corazones, como también los he roto, pero no ha sido a propósito. Cada vez que estoy con alguien, pareciera que tengo mucha sed de vivir y mucho amor para dar, una porquería así de homosexual. Para ser honestos, mi interés en ellos pasó a la historia en poco tiempo, pero estaría mintiendo si dijera que no me importan mis amantes y amigos. Es sólo que no son el por qué de mi existencia, pero no deberían tomárselo tan a pecho. Luego de salir de Wammy, me costó trabajo tener cuidado con nada, en especial hablando de algo tan caprichoso y efímero como el ser humano. Soy capaz de reír en compañía y divertirme con la gente, pero sé que eventualmente esas relaciones que no tienen motivo de ser, se desvanecerán. Sólo quedarán recuerdos sin ataduras emocionales ligándome a ellas. Puede que fuera injusto de mi parte no decirles a cada uno de ellos lo jodido que estaba cuando me dejaron entrar en sus camas y vidas, pero nadie me enseñó a ser atento (carajo, ni encanto tenía ahora que lo pienso, cuando era niño pero me destacaba por ser más inteligente que la mayoría de los adultos a mi alrededor).
Tengo amigos que me envidian por no tener preocupaciones vitales, pero ellos no ven que para mí es lo mismo pasar la noche jugando en la computadora que teniendo sexo con alguien en el asiento trasero de su auto hasta que despunte el alba. Nunca supieron que todo lo que dije sobre mi pasado era mentira. Menos que menos les revelé de la existencia de un botón “Pausa” pulsado tiempo atrás en mi historia personal, por esa persona tan egoísta y auto exigente que de quererlo, pudo haber bajado el sol del cielo para ponerse en su lugar. Ignoraban que hasta su regreso, nada puede ser en serio para mí.
No puedo considerarme soltero, soy un hombre con el corazón tomado en jaque. Cargo conmigo un par de grilletes que rezan una “M” grabada a fuego sobre el metal.
Después de semejante intento de comparación, imagino que saben quién sigue.
***
Mello.
El Señor del Segundo Lugar. Don Ya casi, Estoy Tan Cerca y A la Vez Tan Lejos. Lord Lo Haré. Cabello rubio, hasta los hombros. Ojos oscuros. Piel pálida. Sin tacones medía uno setenta, pero sus piernas eran tan largas y delgadas que bien podían pasar por infinitas. En especial cuando empezó a usar unos pantalones negros ajustados que parecían fabricados para causar erecciones. Si te olvidas del sol y las estrellas en esta galaxia, probablemente lo más ardiente que quede sea su persona. Y como todo lo caliente, cuando intentas asirlo terminas quemado. Si, me doy cuenta de que suena trivial, pero juro que intentar aferrar a Mello es como abrazar una hoguera. Jodidamente doloroso. Tendría que haberlo sabido. Me dejó sin molestarse en decírmelo, durante una noche lluviosa hace cuatro años, luego de que Roger le dijera que L. había pasado a mejor vida. Al amanecer entendí que no estaba por ninguna parte. Sin embargo,no salí a buscarlo. Ni siquiera lloré. No soy la clase de persona que va a por quien no lo desea. Lo que hace que me ignoren. Es así como me aburro.
Además de que me molestó ligeramente saber que Mello me llevaba tan poco el apunte que ni siquiera se molestó en decirme que se largaría. Con una nota hubiera bastado para hacerme feliz. Pero mi rabia se sació tras estrellar una lámpara de su cuarto contra la ventana. Luego ligué a Lisa Andrews, la chica de al lado. Simplemente hice de cuenta que había ido a hacer tarea, en vez de a por sexo, si Mello estaba de acuerdo. Estuve encima y fue tremendo. La pasé muy bien (y por primera vez), pero más que nada porque me imaginaba a Mello cayendo de culo en Pedofilandia, donde sea que eso quedara.
Claro está, caí en la cuenta de que yo, el Señor Que Nunca se Molestaba en Sobrepasar a Nadie, estaba atascado en la Avenida Locura, junto a Me Importas Todavía, al cumplir los quince años. Roger dejó de lado las reglas en lo que concernía a Mello y Near, pero no perdió oportunidad de desgreñar a un tipo que dormía en clase y de vez en cuando tiraba bolígrafos al piso para poder mirar el escote de las niñas mientras fingía recogerlos. Le dije que “prejuicio” y “tiranía” eran dos primos gordos y feos que estaban visitándolo muy seguido y al mismo tiempo. Así y todo, su opinión de mí no mejoró. ¿Saben? Todavía no termino de saber qué impresión transmito de mi persona, pero una cosa es segura: no parezco de fiar. Les diré qué me hace ser así, si lo descubro alguna vez.
Sé lo que están pensando: querías escaparte para salir a buscar a Mello. Mi respuesta: ¿Eh? Idiotas. Ya lo he dicho antes, que no me interesa ir a donde no me llaman para que vaya. La partida de Mello volvió Wammy insoportablemente aburrida y nerd, por lo que tampoco quería seguir viviendo ahí. Mello podía irse a donde más le gustara, pero da la casualidad que cierta noche, cuatro años más tarde terminamos coincidiendo por continente, ciudad y bar.
Lo juro, aunque no me lo crean. Fui porque daban tragos a tres dólares cada uno y Mello me seguía. Aparentemente, llevaba una semana haciéndolo. No dejó de hacerlo ni cuando empecé a masturbarme en mi sala de estar. Algo que me excita mucho, por cierto (que Mello me acosara, no masturbarme solo ahí).
Ojalá pudiera decir que cuando él entró en escena todos los parroquianos voltearon a verle, pero no estamos en un western de los años cincuenta. Era un bar del siglo XXI y los idiotas ponían scream-o a todo volumen en grandes estéreos. El cerebro se me derretía adentro del cráneo como si fuera mermelada al sol, pero los narcóticos me mantenían cuerdo.
A pesar de que mi corazón se sacudía y mis ojos se iban al cielo raso, me las arreglé para hacer conversación con una chica cuyo nombre ni recuerdo, la cual encontraba muy interesante que pudiera hablar con un cigarrillo en la boca, según dijo, y que mis botas eran geniales, cuando empecé a mirarla, haciendo anotación mental de tirarlas luego a la basura para sustituirlas por algo menos elogiable. Entonces la entrepierna de Mello se interpuso en mi línea de visión.
En ese momento ignoraba que ese trasero era justo el suyo, pero lo primero que pensé de él es que me gustaba lo bastante como para invitarle un trago. A menudo, mi cerebro separa partes de la gente. Un psicólogo diría que es a causa de mi desprecio por la sociedad y mi incapacidad de ver a los otros como algo más que un montón de partes que resultan o no atractivas.
Pero si hubieras visto esos pantalones de cuero ajustado y unas caderas angulosas cubiertas por medias de nylon, coronadas por una hebilla imitación plata, te interesaría encontrar la forma de meter la mano ahí. Ni Freud lo negaría.
Dejé que mis ojos recorrieran ese cuerpo, desde el pantalón de cuero hasta el abrigo rojo, con ese cierre relámpago en mitad del cabello. Creí que moriría de un para cardíaco cuando ví esa cabellera rubia que ya conocía de antes y me importó un bledo que hubiera perdido parte de su encanto con los años. Sus labios eran tan apetecibles como siempre, a pesar de que ahora aparecía en ellos una mueca cruel, al igual que su voz, cuyo tono era tan calmo que bordeaba el nivel del hielo, a pesar de que se limitó a ordenar un par de copas con vodka. Lo hizo con tanta naturalidad que casi parecía no haber dejado medio bar boquiabierto y a mí, pálido por la sorpresa ante semejante estilo. Por suerte, tampoco se me fue la mandíbula al suelo y mis ojos no saltaron de sus cuencas, period. El ambiente comenzó a vaciarse y se volvió demasiado callado, pero eso no tenía mucho que ver con su servidor, así que lo obvié. Estaba ocupado mirando a esa persona que llevaba AÑOS intentando enterrar en el pasado, cuando me dirigió una de esas sonrisas presuntuosas que me recordaron las oportunidades de engatusar a Linda que perdí por sus comentarios acerca de mis gases. Entonces hice lo único que un muchacho sensible puede hacer en semejantes circunstancias.
Le pegué una patada.
No fue en serio. Si vas a patear a Mello, prepárate para que te devuelva la misma patada cien veces. Salvo que seas el viejo Matt. E incluso entonces, no abuses de tu suerte. Aunque hubieran pasado cuatro años, se dio cuenta de que era yo y no me arrojó un vaso a la cara. Su sonrisa se ensanchó. En apariencias, el que Matt fuera un perdedor le parecía normal. Y ahora me toca sentarme en un rincón a llorar por eso,¿no?
-Me gustan tus pantalones.-Le halagué.
-Y a mí tus botas.-Murmuró y entonces arribó nuestro vodka y se fue con las dos bebidas, para colmo de males.
Lo vi perderse en la abultada multitud del bar y una sensación nauseabunda me invadió. Lo mismo que aquella vez en su cuarto, por la madrugada, cuando me pregunté si volvería a contactarle de algún modo o ni siquiera le importaba. La única diferencia como esa que ahora, con ese comportamiento, me invitaba a seguirlo, pero no le hice caso. Me tomé mi tiempo. Luego de cuatro años de mierda, creo que podía soportarse que terminara una puta cerveza y me tirara a alguien. A pesar de que no podía dejar de acompañarle con la mente y deseaba hacer algo estúpido como pararme en la barra y gritar “¡El gato vomitó!” para tener algo que decirle. Por desgracia, eso me habría quitado mi bien ganada reputación de persona tranquila.
Así que decidí quedarme hasta que mi bebida desapareciera del vaso. Por entonces, la señorita Me-gusta-que-las-botas-de-Matt-sean-más-f
En apariencias, Mello se tomó mi actitud muy a pecho y me siguió el juego a su manera. Tuvo una corazonada y me robó el auto, para conducirlo a mi apartamento, el que abrió con la llave extra para emergencias que estaba al tanto de que guardaba en la guantera. Vale, no había forma de que lo supiera pero dos tragos en mi sistema influyeron en que llegara a esa conclusión, que demostraba los claros motivos de que el aparcamiento en el que dejé mi auto estuviera vacío.
Noviembre. Nueva York. El grado correcto de la temperatura era: MUY FRÍA, CARAJO. Así que me tardé lo mío en llegar a mi apartamento. Dejé que los taxys me ignoraran y que las personas que conducían a sus calientes y seguros hogares no se detuvieran ni un momento a pensar en levantarme. Milford hubiera abandonado sus videojuegos para venir a recogerme, pero no lo llamé. Luego de una larga pausa, Clarice también. Brittany probablemente me hubiera gritado que era un imbécil, antes de colgarme, para luego volver a coger el teléfono y exigir mi ubicación actual.
No soy lo suficientemente responsable como para tratar con gente así, pero sabía que nunca tendría que preocuparme porque hiciera algo que no sintiera de corazón. Una cosa que admiro de Mello: te dice las cosas de frente. A veces ayuda a sacar del ostracismo a los tipos que no tienen deseos de concertar meta alguna. Como yo. Hace que quiera ser más demostrativo con mis ideas y sentimientos. Siempre que nos quedemos sin ropa para hacer eso, lo encuentro divertido.
No soy un imbécil, aunque eso contradiga el folklore de mi persona. Me dí cuenta de que Mello me buscaba porque se jodió su plan para agarrar a Kira. Así que formaba una nueva estrategia y me incluía en ella. Seguro que quería derrotar a Near aún en esas condiciones. Pero él siempre quiere ganarle a todos. Hasta a mí. Recuerdo bien esos primeros jugueteos en la Biblioteca de Wammy. A pesar de eso, nunca fui capaz de dilucidar TODO lo que pasaba por la mente y el corazón de Mello. Eso hace que me sienta un puto exiliado cuando me le acerco. Cualquiera diría que me engaña como a un idiota, pero para rescatarlo, les diré un secreto: Mello también se miente a sí mismo. Está al tanto de que lo sé. Confía en que nunca se lo eche en cara.
No me sorprendió encontrármelo sentado en el sofá, ni bien abrí la puerta de mi casa. Parecía el dueño del lugar, con las piernas sobre la mesa y pasando canales en la TV, con un chocolate entre los dientes.
-¿Por qué tardaste tanto?
-Algún idiota me robó el auto.
Sus ojos eran oscuros, pero se iluminaron para clavarse en los míos. Eran faros sobresaliendo de la ruda cicatriz que le partía la cara al medio. Ya la había notado, pero me dí cuenta de que sería mejor no mencionarlo.
-Qué raro, porque yo lo he visto aparcado afuera. Creo que olvidaste llevártelo cuando saliste hace unas horas.
-Es verdad, ¡vaya que soy torpe!-Respondí en seguida y me senté cerca pero no mucho, antes de darme cuenta de que él se las había arreglado para acercarse más con sigilo y provocar que nuestras caderas se tocaran.
Una vez que estás TAN cerca de alguien no puedes alejarte sin que parezcas un mocoso asustado. Y a Mello le divertía saber cómo me sentía. O eso pensé.
-Si no hubiera venido, ¿qué estarías haciendo, Matt?
-Me revolcaría con esa chica que viste, pero ya que estamos, ¿por qué no vemos televisión?
-Me parece bien.-Apoyó su cabeza en mi hombro. Respondí como lo haría una chica acosada en el subterráneo por un vago. No pareció molestarse por eso y mierda, en realidad a mí me gustaba así.
Tal vez pienses que actuábamos muy normales, teniendo en cuenta que llevábamos AÑOS sin vernos ni dibujados, pero traten de entender: para mí era como retomar un videojuego que puse en pausa para ducharme. Sé que luego de que me patearan e ignoraran por cuatro inviernos debería tener mis réplicas, pero me de da igual lo que digan. No vayan a reírse de mis analogías. Mi mente funciona así, no hay de otra.
Wammy hizo que entendiera: la vida es un juego y hay que ganarlo. Aprendí por mi cuenta que eventualmente pierdes siempre, pero sigue gustándome la idea de que es sólo un juego de todos modos. Porque sólo así resulta divertido.
¿Otra cosa interesante? Mello se quedó dormido junto a mí y he estado mirando el bulto entre sus piernas, fantaseando con tener un sábado inolvidable. Su mano enguantada había dejado caer el control remoto en mi regazo.
Aproveché la oportunidad para buscar algo más educativo. Y por “educativo” entendamos “pornografía” a todo volumen para ver si se despertaba.
Otra cosa sobre Mello: por lo general es tan espástico que no puede evitar tomar siestas de cinco minutos como máximo (solia preguntarme si era narcoléptico) pero si está muy cansado y comparte cuarto con la persona correcta, dormirá sin percances.
Podría caerle Godzilla encima, que Mello no se daría cuenta y seguiría con sus ronquidos. Me babeó el hombro mientras que Manzanita Dulce jugaba con sus pequeñas amigas en la pantalla, así que asumí que todavía confiaba en mí. Más allá de lo cruel que pueda sonar dormirse a media porno con un chico que está ansioso por sentir tu piel.
Es obvio que a la larga volvió a abrir los ojos y miró conmigo. Luego batí mi propio record al sacarme la ropa en a penas minutos de encontrarme con alguien. Tuve un momento para preguntarme quién venía antes de Mello. ¿Clarice o Brittanny? Traté de recordar todos los nombres de la gente con la que estuve hasta que perdí el sentido. Tenía otros asuntos que atender al rato, pero estaba convencido de que valía la pena quedarse en la letra “M” por un largo tiempo.
***
No quiero continuar mi vida sin Mello, más allá de que sé que podría. Tenerlo de regreso es como si alguien le hubiera dado con mucha fuerza a la opción que dice “¿Continuar?”, quitando de una vez y para siempre la pregunta de la pantalla. ¿Amantes? Llovieron. ¿Amigos? Un par. ¿Mejores amigos? Si creyera en esas etiquetas idiotas, la usaría para describirnos. Pero tendría que decir, también, que Mello es el único mejor amigo que tengo. Diría lo mismo de mí, si entrara en el juego. Nos presentaron allá arriba para que pasáramos esta vida juntos,¿no? Claro que si empezáramos a usar colgantes con forma de corazón, idénticos, tendríamos que pedirle a alguna alma caritativa que nos pegara un tiro para ayudar a elevar la calidad humana.
No me pregunten qué pienso acerca de nuestro futuro juntos, porque mierda: les garantizo que será tan interesante como un accidente automovilístico. Y los espectadores como tú son patéticos, ¿verdad que te corres de sólo imaginarnos, pedazo de bestia enferm…?
Bromeo. También espero el desenlace con ansia…