Es cosa de orden, mi primate amigo. Si el destino quiere que esperemos, toca esperar. Si el destino quiere que se le aniquile enseguida, desenvainamos.
Es fácil cargar de una vez mientras duerme, pero a veces no es suficiente para decirle au revoir para siempre, y vuelve a patearte el trasero luego. A veces funciona, a veces sólo lo empeoras.