Hasta que el príncipe cumple, uhm, 23 años y su padre el rey finalmente se aburre de tanta excusa. Lo trepa a un caballo y lo manda con la caravana, como corresponde, a pesar de los alegatos del príncipe.
Tâleb se queja durante todo el camino, y después de los primeros tres días, se vuelve realmente intratable. Quiere regresar al palacio, ¿ves? Y trata mal a la gente a su alrededor. Las cosas se ponen especialmente mal cuando alcanzan un paso entre las montañas de... Akil. Tan malo y tan desagradable se pone el príncipe... [frunce el ceño, y espera que Niñita se lo tome como pausa dramática] que despierta a un poderoso djinn que dormía por ahí.
Y el djinn lo regaña. Por irresponsable, e irrespetuoso con la ley de Alá, pero sobre todo por maltratar a sus súbditos. Y el príncipe se queda callado durante todo el regaño.
... El príncipe, de hecho, no vuelve a proferir una sola palabra. Y. Uh. Tampoco reaccciona a las palabras de sus súbditos, ni a las celebraciones cuando por fin llegan a la capital provincial de Abu Simlan, ni a nada. Es como si estuviera durmiendo con los ojos abiertos.
Uh, por favor avísame si estoy usando palabras muy raras.