Ya que parece que te interesan estas cosas, te voy a contar un cuento basado en hechos de la vida real. Había una vez, en el bosque maldito de Yoshpet, un duende jovencito de la tribu Poncle llamado Issun. Issun era el nieto del mayor de la aldea, que era un pintor y viajero famoso con el título más importante de su gente. Yo soy amigo de su abuelo, de hecho. Su raza se dedica a pintar para restaurar la fe en las deidades. En fin que el abuelo, que fue el que lo crió, le enseñó a pintar con más ahínco y severidad que a los otros niños.
Al final el chico estaba harto de que quisiera que sucediese a su abuelo como emisario de los dioses celestiales. Cuando tenía más o menos tu edad, decidió escaparse de casa y hacer su vida como artista ambulante en el país del sur. Probablemente tuvo muchas aventuras en el camino de ida, pero no las conozco yo. Entonces, mientras estaba en Kamiki tratando de escabullirse en las ropas del espíritu de un árbol sagrado (el chico no es lo que se dice muy decente), conoció a un lobo blanco en tiempos duros para la aldea. Poco tuvo que estar con ella para darse cuenta que el lobo era la diosa del sol Amaterasu, cuyo retrato había visto en la recámara de su abuelo miles de veces.
Entonces el garçon tuvo una brillante idea. Sabía bien que Amaterasu solía tener estas técnicas maravillosas que controlaban la naturaleza, y que sólo necesitas un pincel para realizarlas. El muy pícaro se ofreció a ser su compañero de viaje y su sentido común a cambio de aprender las técnicas con ella. Una vez las hubiese visto todas, seguirían rumbos diferentes. Ella no dijo ni que sí ni que no, así que de pronto se vio acompañada de esta pulga pegada a ella durante todo el tiempo que estuvo en la tierra mortal.
Parece ser que ahora Issun-kun está muy lejos de seguir los pasos de su abuelo, ¿no? Eso pensaba él, pero se equivocó. ¿Sabes por qué?