[Antes de que la maldición de rompa, este hombre va caminando por un callejón en la zona de los muelles, su única mano en uno de los bolsillos de su abrigo que guarda la que quizás sea la única manera de liberarlo de sus metafóricos carceleros y de poner en paz la memoria de su hermano. Y, tal vez, darle una nueva oportunidad.
Sólo espera que la cobardía no lo traicione en el último momento...]