[Una ciudad amurallada, de altas y numerosas torres. La bandera del rey flameando furiosa. Un mercado lleno de gente sonriente. Soldados patrullando por obligación, y nunca por necesidad.
Lejos del bullicio matutino, en el corazón del Castillo, Lancelot y Gawain entrenan. Y ambos sonríen. Todos sus caballeros sonríen, y cuando emerge por uno de los pasillos, lo hace siendo arrastrada por una risueña Morgana, junto a una igualmente risueña Guinevere.
O al menos al espacio vacío en el que debería ir.
Pero este es, por desgracia, un sueño demasiado dulce -una magia demasiado sutil- para engañarla a ella. Así que observa.]