[El sonido del cinturón corta el aire, el azote del cuero contra su piel sonando claramente en el espacio vacío de la habitación. Gime fuerte, sintiendo el ardor punzar y expandirse hormigueante en sus nalgas. Y tu reproche es una puñalada al corazón. Echa la cabeza hacia atrás, arqueándose.] Lo siento. No volverá a pasar.