Oui! Más de una, de hecho. Érase una vez una reina que gobernaba el país del que salía el sol por las mañanas. Un buen día, una isla de demonios se asomó por las costas y dispersó una peste en el aire de la capital. Decenas de personas morían, y caían enfermas en las calles de la amargura y el sufrimiento. Pero la reina se encerró en sus aposentos y dejó a una sacerdotisa como su regente, sin escuchar las réplicas de su gente maldita. No tardó el tiempo para que los habitantes sospechasen que su monarca los había abandonado, o quizás incluso tuviese la culpa de sus males.
Incluso cuando los dioses oyeron las plegarias y libraron a la ciudad de la peste, la reina seguía sin dar la cara. ¿Crees que ella hizo algo malo, o que ignoró sus responsabilidades, si piensas en sus acciones?