- ¡ME AHOGO, ME AHOGO! - gritó, histérica, apantallándose con las manos mientras que su primera dama (que casualmente era un hombre) la ayudaba a que el aire llegara hasta ella. - ¡No sudes! - le rogó él, como si pudiese controlarlo. - ¡Arruinarás el vestido!
Continuó moviendo las manos, tratando de que su cabello oscuro no se desordenara por un estúpido ahogo psicológico. Los ataques de pánicos eran tan poco glamorosos. La puerta se abrió y por ella entró una menuda mujer pelirroja, de expresión seria.
- Hay que ponerle el velo. - dijo trayendo con ella el tul y colocándolo sobre la cabeza de su (sorprendentemente) amiga. - Noelle, se está ahogando. - le explicó Ollie lentamente, como si tuviese tres años.
Miró a la pelirroja ir y venir por una pequeña habitación de la capilla donde la novia se preparaba antes de su entrada con sorpresa, por que a pesar de que jamás la había visto perder la compostura, parecía una profesional en el asunto de preparación para la boda. La pobre santa debía soñar con esto todas las noches.
- Claro que se está ahogando. – asumió. - Es una francesa pecadora. Tardará unos segundos antes de normalizarse.
Ollie Newton levantó tanto sus cejas que bien podría haberse corrido la base que tenía sobre la cara para mejorar aun más el aspecto de su piel. Noelle jamás pararía con eso de los pecados y el infierno, ¿cierto? Que fea manera de torturarse de por vida que era la religión. Los ateos tenían menos arrugas.
- Que no te extrañe si ardes en llamas también. - prosiguió, con la normalidad que se anuncia el clima. - Te aprecio, Oliver, pero tu estilo de vida es... - Cállate, por favor. - dijo Ollie alzando la mano. Basta de tragedia por un rato, hora de concentrarse en la novia que aún parecía a punto de desmayarse. - No me calles en la casa de Dios. Mary Lois, haz algo. - dijo, volviendo el velo lo más pomposo posible. - Noelle, no me siento del todo bien... - dijo Manon dentro de su vestido de novia, tratando de recordar por qué se había dejado convencer por Noelle para hacer esto.
¿Desde cuando ella se quería casar por iglesia? Oh, sí. Desde que Ollie había implicado lo glamoroso que era usar vestido de novia y que no importaba si no creía en Dios siempre y cuando tuviese una hermosa ceremonia. Secretamente, Manon sospechaba que lo único que Ollie buscaba era padrinos borrachos, pero la idea de una fiesta para conmemorar su unión con su prometido no sonaba del todo mal.
- No te estarás acobardando, Mary Lois, ¿Cierto? - preguntó Noelle. - No, sólo... Estoy un poco nerviosa. - respondió Manon, abanicándose persistentemente - No te preocupes, el Señor te perdonará los pecados. - la consoló. - Está nerviosa por el casamiento, no por sus pecados. - aclaró, Ollie, rodando los ojos con el dramatismo que lo caracterizaba. - Tu por que estás lleno de ellos y te irás al infierno. - declaró Noelle, con su imbatible lógica. - ¿Qué tiene de maravilloso este Señor tuyo, Noelle? En el cielo lo único que usan son túnicas y sandalias. – alzó los hombros. – Hello? La moda hippie terminó hace dos décadas.
Noelle lo miró con desagrado y Ollie le respondió del mismo modo. Jamás se llevarían bien, no importando cuanto lo desearan.
- Necesito aire. - dijo Manon poniéndose de pie de repente y sacando la cabeza por la ventana. Basta de escuchar dramas, por favor.
Inhaló mucho aire, llenando su ya de por sí grandioso pecho. ¿Por que se estaba casando? O mejor aún, ¿Por qué con Duncan? ¡Se habían odiado desde niños! ¿Qué es lo que había cambiado tanto, por el amor a Merlín? Y tendría que estar con él todos los días. Soportar todos los pequeños defectos que ahora encontraba tan... tan... irresistibles. Idiota Duncan. Su idiota Duncan. Se puso en puntas, sacando medio torso por la abertura de la ventana, como si esto le permitiese respirar mejor. Tal vez Noelle sí tuviese razón y se ahogaba por que era una Iglesia. Sí, no tenía nada que ver con el miedo antes de la boda, claro que no.
- ¡MANON! ¡EL VESTIDO! - dijo Ollie tomándola de la cintura. - ¡NO TE APOYES EN LA VENTANA! - ¡ESTA ESCAPANDO! ¡ESTA ESCAPANDO! - exclamó Noelle, alarmada. - ¡No escapes de la dicha de pertenecer al Reino de Dios! - Y la tomó de la cintura también, tirando. - Metete, Manny.
Oh. Podía escapar aún. Estaba a tiempo. Podía huir. Podía volver a Francia y vivir con el odio de Duncan de por vida. Había sido así durante tantos años que no creía que hubiese mucha diferencia ahora.
- ¡MARY LOIS! - la llamó Noelle desde adentro.
¿Podía vivir con el odio de Duncan? Claro que sí. ¿Quería vivir con el odio de Duncan? Ja. Eso era otro asunto. La respuesta era no. No quería vivir con el odio de Duncan. Quería vivir con él.
- Está bien, está bien. - dijo ella, rodando los ojos, vencida.
Trató de volver atrás, pero no pudo moverse, quedando colgada de la ventana. Se había atorado el vestido, a la altura del escote. Oh ironía. Sus tetas atacan de nuevo.
- Oh, Mierda. - dijo Manon. - Cuida tu vocabulario en la casa del Señor. - Lo siento. – dijo, rodando los ojos – Pero estoy atorada. - ¡¿Cómo que se...?! – Ollie intentó tirar, pero casi no hizo nada, por miedo a rasgar la tela. – Noelle, dile a tu Señor que la baje. - ¡OLLIE! ¡SÓLO BAJAME! - ¡Pero mi vestido…! - Dijo Ollie dramáticamente, como si le perteneciera por haberlo diseñado. - ¿Tú lo hiciste? - Lo diseñé. - comentó con orgullo. - Oh, por eso se atoró. Es aún peor de lo que pensé - dijo Noelle, negando con la cabeza. - ¿De qué hablas? Es un modelo bellísimo. - Está maldito por tus pecados desde antes de ser cocido, no tiene ni una chance de ser aprobado por Dios. Las pruebas están a la vista, la atoró en la ventana por que no acepta que se case en él. - ¿Me estás diciendo que...? - Ya me oíste, Oliver. - ¡Que no se te ocurra...! - ¿Disculpen? - gritó Manon, deteniendo la pelea. - ¡Novia atascada en la ventana!
De repente, entre el barullo por el vestido, la ventana y la pelea acerca de creencias religiosas, se escuchó una risa tranquila, como de quien observa desde afuera una comedia. Noelle y Ollie giraron la cabeza y observaron a un pelirrojo altísimo apoyado sobre el marco de la puerta con su túnica de primera categoría y su aire de yo soy mucho mejor que tú. Scotty Popper parecía llevar horas en esa calculada posición. Por un segundo, los tres se congelaron, mirándolo.
- No se puede... - empezó Noelle, con toda la intención de echarlo. - Cállate, St. Marcus. - dijo Scotty avanzando y moviendo las manos, para que le dejaran paso detrás de Manon.
Los dos le abrieron camino, pero no entendieron muy bien por qué. Scotty solía ordenar cosas y que la gente lo obedeciera, por pura costumbre de la secundaria.
- Hey, Mann. - Sácame de aquí. - pidió ella. - Dame un segundo. - contestó él, tirando de la tela para soltarla. Tres segundos después, con mucha más calma que los otros acompañantes de Manon, la bajó al piso.
La novia volteó, apoyando las manos sobre su pecho, para chequear que todo estuviese bajo control. Sí, no se veía nada indebido. Esto de las tetas grandes apestaba con vestidos de escote promiente y ventanas mal intencionadas. Se dejó caer sobre la silla, suspirando un sincero 'Gracias, Scott' y se pasó las manos por la cara, nerviosa. Oh, Merlín. ¿Por qué se estaba poniendo tan nerviosa? ¿No se supone que los momentos antes a casarse eran tranquilos y trascendentales para la novia? Se suponía que no, ella miraba comedias románticas y había muchos desastres antes de las bodas. Si las películas románticas lo aseguraban, ella tenía que estar de acuerdo.
- Noelle, tenemos asuntos que resolver afuera. - dijo Oliver rápidamente, notando que cuatro eran más que multitud.
Cinco si contamos a Dios. Manon miró a Noelle y Ollie. Damas de honor dramáticas y escandalosas, check.
- ¿Qué? Nada de eso. Yo no tengo que... - Noelle, o me haces caso o llamo a mis amigos.
La pelirroja dudó.
- ¿Tus amigos son como tú? - preguntó, alzando las cejas y apoyando las manos sobre la cadera de su horroroso vestido. Vestidos de dama de honor ridículamente sosos, check. - Peores. – aseguró Ollie, alzando las cejas.
Noelle miró a Scotty y luego a Ollie, mientras que Manon seguía chequeando todas los clichés de las bodas. Capilla adorable, check. Novio en el altar, pret check. Algo nuevo, el vestido. Algo azul, su sostén. Algo prestado, el velo de la mamá de Noelle. Algo viejo… Miró a Scotty, que la miró de vuelta. Algo viejo, su ex novio. No, momento. Eso estaba mal. El ex no es una pertenencia. Oh, algo viejo, el rouge que traía, tan rojo como siempre. Noelle finalmente se decidió.
- Tienes cinco minutos, Popper. Ni uno más, ni uno menos. A Dios no le gusta la impuntualidad. - arrojó, siguiendo a Oliver fuera de la habitación.
Manon sintió que los pulmones se le llenaban de aire de nuevo, ahora que Scotty estaba ahí. Suspiró un par de veces más, como si su respiración volviese a la normalidad.
- No me extraña que no respires. Luces como un merengue. - observó él. - ¿Por lo dulce? - Por lo grande. - respondió él, poniéndose de cuclillas frente a ella y levantándole el velo, con una sonrisa malvada. - Idiota. - dijo ella, golpeándolo en el pecho. - Estoy al borde de un ataque de nervios. - ¿Al borde de ser tu misma? - ¡BASTA! - Esa es la palabra. Luces basta. - ¡SCOTTY! - gruñó Manon apretando los dientes.
Él rió y se cruzó de brazos.
- Sólo cálmate. Es un trámite: Llevas años caminando hacia esto. Sólo termínalo.
Manon alzó las cejas, como si no entendiese lo que le decía.
- Es un trámite con alguien en quién ni siquiera crees, Manon. - Sí creo en Duncan. - Me refiero a Dios. - Oh. Sí. No sé cómo terminé en este lugar. - dijo ella, poniéndose de pie y mirándose al espejo, toda preparada en su pomposo vestido de novia. Check.
Tras unos segundos, rió. Estiró el velo hacia atrás, mirándose más atentamente.
- Oh, Merlín. Sí me veo como un merengue. - No seas crédula. Los merengues no tienen tan buenas tetas.
Manon volteó y lo miró, ofendida.
- Deja. de. mirar. mis. tetas. - Deja de tenerlas tan a la vista. - Duncan te matará. - Uh. Mira como tiemblo. - dijo, agitando sus manos.
Manon rió, bajando la cabeza.
- Idiota. - No, Scotty. - dijo señalándose.
Se miraron durante un segundo, ambos sonrientes y en silencio. Manon tuvo la sensación que éste era el momento en que en las películas románticas los ex tenían un repentino brote de adrenalina y se besaban, haciendo resurgir todos esos sentimientos que habían mantenido ocultos desde hacía tanto tiempo. Este era el momento de ponerse idiota y hormonal: La boda de la chica, su boda. Este era el momento en que la novia duda de su amor por el novio y se va con el otro. Aún cuando su prometido estaba esperándola en el altar. Sí había un momento para escapar de esta pesadilla, era este. Sonrió, avanzando hacia él y mirándolo fijo. Él alzó las cejas, desafiante. Ella le empujó la cabeza, juguetona. Le gustaba maltratarlo.
- Auch. – se quejó él, quisquilloso.
Manon rió. Por fin estaba respirando con normalidad y volvió al espejo. No, claro que no engañaría a Duncan para irse con Scotty. Eso no iría a ocurrir. Ellos no querían eso. Ninguno de ellos.
- Siempre serás un idiota más para mi. - Lo tendré en cuenta. - contestó Scotty, poniéndose de pie y camniando hacia ella con parcimonia. Le bajó el velo. - Iré a buscar a tus amigos, St. Marcus debe estar por tener una crisis. - Bien. - dijo Manon, que extrañamente ya se sentía mejor, a pesar de que no habían pasado ni tres minutos.
Él pasó junto a ella, apenas rozándola con su aire de eterna superioridad. Viendo a Scotty ahí, tan arreglado y mal comportado, como de costumbre, se sintió mucho más segura de todo lo que iba a suceder como debía. Como el destino decía que tenía que ocurrir. Lo observó retirarse unos pasos, con media sonrisa.
- Scott.
Él volteó, rápidamente, alzando las cejas, como si ella hubiese tirado una soga.
- Gracias.
Scotty tardó unos segundos en sonreír ampliamente antes de salir por la puerta, como si nada. Tras ella, se llevó las manos al rostro y se pasó los dedos por el cabello, con frustración. Él si sentía la necesidad de que ella huyera con él. Él no quería ser un idiota más. Quería ser su idiota. Ex novio arrepentido, check.